EL REGALO DE CUMPLEAÑOS
Tom miró de nuevo por la escotilla del estrecho camarote de astrónomo tripulante que ocupaba en la nave Gamma Cassiopeiae. En medio del silencio, se imaginó que los ocasionales bips de los sistemas de monitorización eran los latidos de un corazón materno que escuchaba desde la reconfortante paz de un útero. La visión del espacio exterior, como un hermosísimo tapiz bordado de constelaciones, le trajo algo de sosiego. Se quedó mirando el infinito, con la frente pegada al cristal, y pensó en su abuelo Tom. Recordó su octavo cumpleaños. El abuelo Tom le regaló un antiguo planisferio celeste que le produjo una fascinación que nunca olvidaría: era un cartón redondo, de unos treinta centímetros de diámetro, que tenía impreso un mapa estelar con todas las constelaciones visibles desde la latitud donde vivían, y, sobrepuesto, otro cartón con una ventana elíptica que rotaba sobre el anterior. El abuelo le dijo que servía para mirar las estrellas. Esa noche se metió en la cama ...