DETECTIVE PADILLA
Eran alrededor de las diez. Estaba en el despacho removiendo el café que cada mañana me trae Peggy, mi secretaria, cuando una figura corta y maciza golpeó con insistencia el cristal esmerilado de la puerta. -Adelante -dije sacando un cigarro de la pitillera. El hombre que abrió no era la persona que yo más me alegrara de ver en esta ciudad. -Buenos días, ¿detective Padilla? -Soy yo, ¿en qué puedo ayudarlo? -Me llamo Jim Mendoza. Mi mujer me engaña y quiero que encuentre al cabrón y me traiga sus pelotas en un bote de pepinillos -me espetó desde el otro lado de la mesa. Le miré a los ojos mientras encendía un cigarro. -¿Puede darme algunos detalles?, nombre de ella, foto reciente, hábitos, nombre de su personal trainer… si sospecha usted de alguien -le dije con calma mientras ordenaba mis ideas- necesitaré un adelanto para gastos… En cuanto a lo de cortar y meter las pelotas de su amante en un bote de pepinillos… en principio es un servicio fuera de catálogo, ya me entiende. Arrojó...