SER UNO MISMO
Me encontraba en una encrucijada, o en más de una, no sé: en el trabajo me habían propuesto un cambio que no me olía bien; el futuro con Elisa tampoco estaba claro, no hacíamos más que discutir por nimiedades; no sabía si matricularme de alguna asignatura de económicas y acabar la carrera de una puta vez; estaba mosca con mis hermanos por un asunto de unas propiedades en el pueblo; no me quitaba el culo de zapatero ni con acupuntura ni régimen ni gimnasio ni leches; y para colmo me estaban saliendo unos granos en la cara que parecía un puto adolescente. Era uno de esos momentos vitales que todo se te viene encima y que lo único que quieres es echar a correr y no mirar atrás. Llamé a Iker, mi amigo del barrio de toda la vida, de pequeños éramos inseparables. Aunque últimamente solo nos veíamos una o dos veces al año teníamos una conexión que no se desvanecía por mucho tiempo que pasara. Iker era especial: había terminado la carrera hacía dos años, trabajaba en una multinacional alemana,...