TIEMPO MUERTO

Estoy en medio de un tiempo muerto. Este tiempo huele mal, como los muertos. Estos minutos, quizás horas, días, no sé, no hay manera de saberlo. Puede que el que hiede sea yo. ¿Son estos minutos igual para todo el mundo? Por la ventana veo el parque de enfrente, una pareja de chavales se come a besos en el banco, las manos cavando debajo de la ropa. Si los chicos miran el reloj ven la misma hora que yo, pero su tiempo y mi tiempo no son el mismo tiempo. ¿Qué hacer con un tiempo muerto?, ¿tirarlo a la basura, al contenedor de desechos no reutilizables y groseros?, ¿se le puede dar matarile? El perro me mira, le contesto: ¿qué pasa?, y se gira para otro lado resoplando. En la cocina la lavadora da vueltas con su salmodia de vibraciones, ruiditos, y chorros de agua, poniendo una banda sonora disonante y molesta. Suena el portero automático y no pregunto quién es. Probablemente no sea nadie. Una nube de corazón oscuro, desaliñada como un yonqui, tapa el sol. Miro al teléfono. Ni se te ocurra, musito entre dientes. Por la calle pasa una ambulancia rompiendo la tarde, con las luces y las sirenas a toda hostia, frenética como una estampida de ñus desbocados hacia el rio donde cien cocodrilos esperan con las fauces abiertas. Ojalá venga a por mí.

Comentarios

  1. El tiempo muerto qué agobio. Muy bueno. Espero que la ambulancia pasara de largo

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