ELLAS Y YO
Azucena era un cañón. Cada fin de semana íbamos con sus amigos al paintball y me llenaba de bolazos de pintura de colores. Me cansé cuando me alcanzó uno en un ojo y eso me hizo verla de otra manera. María era la más dulce, pero la hipoglucemia se la llevó pronto. Nunca olvidaré el sabor de sus besos. Javiera era la más rápida. Nos íbamos con el Porsche a hacer curvas los domingos, hasta que se me encendió a luz de reserva en el salpicadero y la dejé en el aparcamiento de una gasolinera. A Luisa le gustaba el cine, las pelis de pensar. Hasta que de tanto pensar pensé que qué coño hacía pensando tanto, si yo no había pensado en mi vida, y me bajé al bar de toda la vida a hablar con el borracho de la barra. Eugenia tenía todo el glamur, era el glamur. Era alta, siempre a la moda, exquisita, extravagante, piernas infinitas, piel de terciopelo, sonrisa radiante, pero se pasaba posando desde la mañana a la noche, y me cansé de tanta pose y tanta brasa con el peso y los posos, y le dije que ...