UN POBRE A LA MESA

Sentar un pobre a la mesa en Navidad es una idea que cada año, en estas fechas, reaparece en mi cabeza igual que llegan a casa puntuales el turrón, los polvorones y el belén. Es una de esas ocurrencias, iniciativas o como quieras llamarle que oímos por ahí, que vemos en las películas, y que, aunque no conozcamos a nadie que lo practique, me lleva a preguntarme si yo lo haría, si estaría dispuesto a bajar a la calle y decirle a un pobre que se viniera a cenar a casa con mi familia. De entrada me entran dudas, no sé cómo lo verán los demás, si pensarán que soy un esnob. Pero la vida pasa, pasan los años y las circunstancias mudan. Cierto es que con la edad uno ya no está tan pendiente de qué pensarán los demás y trata de hacer las cosas por sí mismo, dejar de lado el qué dirán, olvidarse de las modas, hasta que puede que se lo plantee seriamente. Un día te ves en la tesitura. Hoy va a ser ese día. Estoy nervioso, me corroe una emoción rara. Pensé que esto sería de otra manera. Ojalá que nadie se sienta incómodo. Es Nochebuena, me he puesto mis mejores andrajos, y, toc toc, llamo a la puerta de los García, que gentilmente me han invitado a compartir con ellos su cena.

Foto: Pixabay by aga2rk

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

EL EUROCHOLLO

VERDE ESMERALDA