Javier entró en el bar de debajo de su casa a tomar un café. Se sentó en la barra y a su lado hicieron lo mismo unos seres borrosos que traía pegados a su espalda. En el trabajo, el ascenso a supervisor se lo habían dado a Alejandro Vinuesa, en vez de a él, corrían rumores de cierre el año próximo, su hermana le echaba en cara sin decirlo, pero con un silencio que le agobiaba, la muerte de su madre por no haberla llevado al hospital aquella tarde que no dejaba de toser con una tosecilla fea, el día de antes había recibido carta de otra editorial rechazando la publicación de su cuarta novela. Por la puerta del bar entró un tipo alto, joven, de buen aspecto, con un barril de cerveza al hombro y otro colgando del brazo. El camarero le saludó, colocó los barriles detrás de la barra, mantuvieron unos momentos de animada conversación mientras intercambiaban los albaranes y el chico se marchó diciendo, con un vozarrón que inundó el local, que tenía prisa por llegar al siguiente pueblo,...
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