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DE LIBROS

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Las primeras páginas las vives como un acercamiento, lleno de emoción y dudas, esperanzado de que aquello que te sedujo en la librería, o en la estantería en casa de un amiguete, se confirme, pero no sabes, te consume la incertidumbre, deliciosa incertidumbre, quieres que el flechazo te atraviese y decides darle unos capítulos por ver si la tibieza se convierte en llama, te vas acostumbrando a la voz, entras en la historia, empujado por una mezcla de curiosidad y expectativas, sin terminar de desconectar con la fantasía que bullía en tu cabeza cuando pensabas en lo que podía llegar a ser, pero no lo terminas de ver, te cuesta ponerte, el amor auténtico, el amor loco, no llega como un vendaval, pero lo llevas contigo cuando vas al trabajo en autobús, compitiendo por tu atención con el móvil, a la sala de espera del dentista, de fin de semana con tu chica a la casa rural, empieza a formar parte de tu vida, poco a poco vas llegando al ecuador y estás enganchado, cada vez más, hasta las tr...

UNA HISTORIA DE PUEBLO

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Hecho, Matías Ramos ya no está en este mundo. Esta mañana le he esperado cerca del barranco del Oso, por donde pasa cada mañana con su bici camino de la huerta, pese a sus más de ochenta años, y le he dado un empujoncito. Ya está. No existen las casualidades, todo es por algo, decía mi padre. Mi hermano Félix, al morir, dejó dicho en el testamento que yo me quedara con sus libros, junto con unas cuantas herramientas. Me extrañó lo de los libros, pero Félix siempre fue un poco especial, sobre todo desde que se cayó de una mula de pequeño y quedó paralítico y, para mí que también un poco tocado de la cabeza. Porque yo no leo libros. Bastante tengo con la cooperativa. Los libros llevaban en el trastero cinco o seis años cogiendo polvo, desde que un infarto se llevó a Félix. Y cada vez que bajaba a por algo y los veía, me sentía fatal por no echarles cuenta, era como hacer un desprecio a mi pobre hermano, siempre tan especial, tan callado. Un día miré al cielo y le prometí que en cuanto me...

LA CAJERA

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Aquel día terminé pronto de hacer la compra. Antes de ir a las cajas a pagar me di una vuelta por el pasillo de los libros. El hipermercado no es el sitio más indicado para comprar libros, la mayoría son títulos de famosos reconvertidos en escritores, best sellers, portadas con tipos bronceados sin camiseta y abdominales de infarto, cosas de autoayuda, recetas de cocina… aunque siempre mantengo la secreta esperanza de encontrar algo potable, literariamente hablando, como cuando me entretengo en las estanterías de las tiendas de libros de viejo a la caza de tesoros escondidos. Se me iluminó la cara al ver el nuevo libro de un autor al que seguía. Miré a los lados para comprobar que no había nadie conocido cerca, hojeé el ejemplar y lo puse en el carro de la compra mal disimulando mi satisfacción. Unos minutos más tarde lo depositaba en la cinta de la caja, con cuidado de dejar distancia con los otros artículos de la compra, por delante y por detrás, para evitar que se contaminara con la...

FANTASMAS

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Javier entró en el bar de debajo de su casa a tomar un café. Se sentó en la barra y a su lado hicieron lo mismo unos seres borrosos que traía pegados a su espalda. En el trabajo, el ascenso a supervisor se lo habían dado a Alejandro Vinuesa, en vez de a él, corrían rumores de cierre el año próximo, su hermana le echaba en cara sin decirlo, pero con un silencio que le agobiaba, la muerte de su madre por no haberla llevado al hospital aquella tarde que no dejaba de toser con una tosecilla fea, el día de antes había recibido carta de otra editorial rechazando la publicación de su cuarta novela. Por la puerta del bar entró un tipo alto, joven, de buen aspecto, con un barril de cerveza al hombro y otro colgando del brazo. El camarero le saludó, colocó los barriles detrás de la barra, mantuvieron unos momentos de animada conversación mientras intercambiaban los albaranes y el chico se marchó diciendo, con un vozarrón que inundó el local,  que tenía prisa por llegar al siguiente pueblo,...

SEGUIR EL HILO

Ya me estaba empezando a cansar de mirar la pantalla en blanco del ordenador, fantaseando con la idea de ser abducido por el rectángulo de luz y tal vez teletransportado a la nave nodriza de unos siniestros extraterrestres que, incomprensiblemente, estarían interesados en mi cuerpo, cuando en la esquina inferior derecha de la pantalla vi algo. En un primer momento pensé que era una pelusilla de esas que se quedan pegadas por la electricidad estática. Intenté quitarlo con el dedo, pero no, lo intenté otra vez y tampoco. Al pasar el dedo notaba algo con consistencia sólida. Rasqué con la uña, y descubrí que era el cabo de un hilito. Con dificultad pude atraparlo con dos dedos. Tiré de él para quitarlo pero de dentro de la pantalla salió como un centímetro de hilo, un hilo oscuro y fuerte. Me alcé un poco para tener un mejor ángulo y tiré más, y salió más. Cuando llevaba medio metro se atascó, al tirar ya no salía más hilo, solo conseguía levantar la pantalla. Miré por detrás, sorprendent...

QUERIDO DIARIO

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C. es un tipo del barrio, a veces coincidimos en el bar de la esquina y charlamos del trabajo, de los hijos o de los putos políticos mientras nos tomamos un carajillo. En realidad él suele ser el que habla y yo el que escucha, pero no me importa. Me cuenta que en casa tiene un cuaderno donde escribe sobre sus cosas, para coger perspectiva y para entenderse, eso dice, un cuaderno que nunca ha enseñado a nadie. No es un diario, C. odia la frasecita esa de: querido diario. Nunca comprendió el “querido” de esa frase hecha, nunca sintió cariño o afecto por nada que hubiera escrito o que tuviera intención de escribir; reflexión, comentario o carta de reclamación a la telefónica. Nada que escriba o pueda llegar a escribir le resultaría querido. Tampoco tiene ese tipo de sentimientos por el cuaderno o soporte físico de sus parrafadas. Más bien al contrario. Cada vez que agarra un bolígrafo es para sacar mierda fuera, como quien se aprieta un grano para expulsar la pus, o saca la bolsa de basur...

AUSENCIAS

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